De hecho, siempre he sentido mucho interés por la interpretación de los gestos, el lenguaje no verbal. Más allá de la intuición básica, ser capaz de deducir los pensamientos de alguien por aspectos como:

  • La proxémica: Distancias que se mantienen en la zona íntima, personal, social y pública
  • El lenguaje paraverbal: Cualidades de la voz, más allá del propio mensaje: entonación, velocidad, volumen
  • El lenguaje kinésico: Movimientos, gestos y posturas que a su vez transmiten un mensaje, y modifican sutilmente el mensaje que llega a través de la voz

Cuando he leído sobre el tema, me he encontrado con un universo tan amplio que he abandonado la idea y he optado por ir aprendiendo “my way”, poquito a poco, a base de experiencias, aunque he aquí algunos ejemplos dignos de tener en mente:

  • Cruzar los brazos sobre el pecho: Crea una barrera con el interlocutor, expresa enfado, impaciencia, o necesidad de generar esa distancia por aburrimiento, desinterés, o por desconfianza.
  • Brazos en jarras: Postura defensiva en la que uno intenta hacerse más grande, sea para infundir respeto, para que “se le vea”, o para auto-imbuirse de orgullo. Cuando subimos a lo alto de una montaña, tras un duro esfuerzo… que levante la mano quien no se haya puesto en esa postura.
  • Apretón de manos: Si es excesivamente flojo, indica inseguridad, rechazo, nervios o miedo. Si es excesivamente fuerte, indica que quieres establecer una postura dominante o agresiva. Acompañado de algún otro contacto, puede indicar búsqueda de cercanía o de ejercer el control. La orientación de las manos (vertical, horizontal, diagonal) indica luchas de poder-sumisión, al igual que la distancia a la que se produce la unión de las manos.
  • Evitar la mirada: Mantener excesivamente la mirada, incluso sin parpadear, transmite sensación de interrogatorio y agresividad. En el otro extremo, que tu interlocutor ni te mire indica claramente que tiene la mente en otro sitio. Desviar la mirada justo cuando hablas, indica que mientes. El cuerpo nos traiciona!

Claro, esa es la teoría y está llena de excepciones. Desgraciadamente, en el manual de “Kinesiología for Dummies” no contemplan el caso de qué hacer cuando tienes los brazos muy largos (cruzarlos sobre el pecho resulta muy cómodo), o cómo decidir la presión de tu apretón de manos real-time.

Además, una cosa es ser capaz de interpretar todo este lenguaje no verbal, llegando a deducir las sensaciones de la persona que tienes en frente… y otra muy diferente es ser capaz de adaptar tu “speech” a medida que ves/deduces la reacción de tu interlocutor: cediéndole el dominio de la conversación cuando detectes que lo desea, dejando de apabullarle cuando se pone a la defensiva, cambiando de tercio cuando percibes que se aburre, no insistiendo en puntos que le resultan incómodos…

[…] Dada la urgencia que me trasladan, esa misma noche, entre el biberón nocturno de la pequeña y el beso de buenas noches al mayor, redacto el presupuesto detallado junto con un pequeño resumen ejecutivo del alcance de proyecto. Lo suficientemente largo para que describa los puntos clave, lo suficientemente corto para que no aburra.

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