La sala de reuniones de GREEN PLANETS S.L. ya está completa cuando llegamos. Por suerte, también mi estómago, así que las presentaciones de pasillo ya están llenas de fuerza, optimismo, y ganas de comerse el mundo.

Saludamos a toda la mesa, nos sentamos, abrimos el portátil, arrancamos el Power Point y comienzan los 3 minutos reglamentarios de pelea con el proyector de turno: Que si el mando no responde, que si la source no está bien configurada, que si no llega la wifi, que si tienes a mano un cable HDMI, que si cómprate un Mac y vive la vida…

Esto es más clásico que un Madrid-Barça, la paella de los domingos, el bocata de calamares en Pza. Mayor o la Pedroche en Nochevieja.

Mientras todo eso ocurre, ojeo a mi alrededor. Caras expectantes, curiosas, analizándonos con precisión ecográfica. Mr. Green ha convocado a varios directivos, a algunos mandos intermedios, y a unos cuantos usuarios finales.

15 personas de muy distinto parecer, con trayectorias vitales y profesionales particulares, con niveles de involucración diferentes. A vuelo de pájaro la platea es homogénea, pero cuando bajas a la tierra, todo son diferencias. Sabores, que diría un colega de profesión.

Algo que sí tienen en común todas ellas es que han recibido el mandato de la Dirección de que “Vamos a cambiar el ERP”. Lo que no tienen tan en común es cómo han digerido la noticia: la mayoría lo reciben con alegría y júbilo; a otros no les apetece tanto ni lo ven tan necesario, y otros están directamente en contra.

Y aunque una parte importante de mi trabajo será conseguir que todos ellos perciban beneficios en sus áreas y en el día a día de su trabajo, de manera que disfruten del proceso y del resultado, soy consciente de que la VENTA INTERNA del proyecto es muy importante para empezar con buen pie.

Mr. Green también lo sabe, y por eso toma la palabra.

[Continúa en próximo capítulo]